Para el Gran Oriente de Francia no es impedimento creer o no hacerlo. Nuestra lealtad es para con nuestra divisa (Libertad, Igualdad, Fraternidad), y como tal, es una obediencia laica que garantiza a todos sus miembros la libertad absoluta de conciencia.
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La Masonería del Gran Oriente de Francia es lo contrario de una secta:
Nuestra Obediencia se regula por una Constitución y un Reglamento General que tienen por objeto proporcionar a sus miembros la libertad absoluta de conciencia, el pleno respeto por los demás y el funcionamiento más democrático de nuestras estructuras, que no autoriza el ejercicio de un cargo más allá de tres años consecutivos.
Carecemos de "gurú" alguno o Palabra revelada.
Ciertamente no entra todo el mundo que lo desea y quien quiere dejarnos lo hace sin restricciones de ningún tipo. En otras palabras: una puerta pequeña para entrar y grande para salir.
Al respecto, Amando Hurtado comenta: "El empeño que ponen algunos en presentar a la Orden Masónica como “secta” solo manifiesta una intencionalidad malvada, ya que existe un criterio muy simple para despreciar semejante calificación, aplicada a una institución apolítica, adogmática e irreligiosa, con vocación filosófica y humanitaria universal, cuyas normas constitucionales están al alcance de quienes desean conocerlas y en las que se descarta, sin excepción, toda discriminación por motivos religiosos, políticos, raciales, socio-económicos, etc. Por otra parte, los pocos casos de conductas personales de los masones que puedan constituir motivo de escándalo suelen ser subrayados, destacando discriminatoriamente la conexión personal del incriminado con la Orden (aunque a menudo se trate de ex miembros de la misma). Es muy fácil comprobar que cualquiera de los grupos activos conectados con las religiones positivas (que, en su origen, fueron siempre consideradas “sectas”), con los partidos políticos, etc., ofrecen hoy, y han ofrecido a través de la Historia, un número de ejemplos escandalosos desorbitadamente superior al que se ha intentado atribuir a la Orden durante sus trescientos años de existencia. Pobre argumento es éste para desvirtuar una realidad muy distinta, repleta de comportamientos ejemplares y de generosas aportaciones a la sociedad."
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